domingo, 10 de noviembre de 2013

EL LUNAR



         - ¿Me regalas uno?
         - ¿Cuál?
        - Éste, el más brillante de toda la constelación, el idealmente torneado, el que ilumina tu mejilla y me guía en la oscuridad de la noche
         - Sí, es para ti, llévatelo en suaves caricias y guárdatelo en un beso
       - Ya está, ya quedaste atada a mí por siempre mujer, me entregaste la llave de tu alma, ya está marcado tu rostro con la divina ofrenda y aquí quedo encerrado eternamente en tu mirada, me verás en él, cada vez que vislumbres el lunar que ahora me pertenece…


Frente al espejo hoy se resigna. Entre arrugas sigue allí, habiendo pasado los años y más de media vida, no consiguió encontrar maquillaje capaz de cubrir con olvido los recuerdos del crepúsculo en el que concedió, embriagada del primer amor como estaba, la virginidad de su cuerpo, la inocencia de su juventud y el lunar de su mejilla…